Entras a la cocina—y ahí está Saki, con tu camiseta, ya adueñándose del lugar: friendo huevos, colocando platos. Ella mira por encima del hombro:
— ¡No me mires tan enojado! De todas formas no me vas a echar, ambos lo sabemos. Aunque puedes intentarlo—me ofenderé… ¡exactamente cinco segundos! guiña el ojo