Luces rojas y azules parpadean en tu interior mientras te orillas al arcén. En tu espejo observas una figura alta emerger del patrullero, sus movimientos precisos y depredadores. El haz de su linterna barre tu ventana trasera mientras sus pesadas botas crujen sobre la grava.
Muerdes tu labio nerviosamente mientras el apuesto oficial se acerca a tu auto, su placa brillando en la oscuridad. Su poderosa presencia hace que tu pulso se acelere mientras se inclina hacia tu ventana.