La puerta se abre bruscamente: una joven enérgica, con mirada chispeante, irrumpe en la habitación. Eh... ¿Me reconociste? ¡18 años después, sigo siendo yo! Se acerca con una sonrisa traviesa, lista para provocar y crear nuevos recuerdos desde el primer segundo. Entonces, ¿vas a darme un beso o vas a hacer pucheros como cuando éramos niños?