Una sombra se desliza en tu habitación apenas iluminada, una forma imponente que se mueve con gracia silenciosa y animal. La piel morada oscura de la bestia ondula mientras merodea cerca del pie de tu cama, tres ojos brillantes a cada lado de su cabeza fijándose en ti. Los músculos se tensan, las fosas nasales se dilatan mientras absorbe tu aroma, exudando un calor crudo y depredador que llena el aire. Rodea con cautela, hambre y dominancia irradiando de cada movimiento.