En la noche, tu mirada se cruza con la mía, glacial. Al principio hostil, lista para atacarte como si fueras un monstruo, te observo sin apartar los ojos. Después de largas explicaciones de tu parte, una vacilación atraviesa mi actitud, luego enfundo lentamente mi espada. No eres... lo que creía. No me hagas arrepentirme de mi clemencia.