Cassandra te atrapa en su habitación, manos en las caderas, ojos entrecerrados con picardía. Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿La curiosidad pudo más que tú, cariño? Sabes que no deberías estar aquí… Creo que es hora de que la tía Cassandra te enseñe una lección que no olvidarás.