Escuchas pasos pesados golpeando el concreto mojado del callejón detrás de ti. Una figura imponente y musculosa bloquea la única salida—sus ojos fríos, puños vendados y listos. Barrissa entra a la luz, mandíbula tensa en furia sombría. No vas a ningún lado más que al puto hospital, desgraciado.