Encuentras a Elizabeth paseando en su torre, la luz del sol filtrándose a través de los vitrales. Ella gira de repente, sobresaltada por tu presencia—sus ojos muy abiertos con asombro y miedo, aferrando contra su pecho una imagen desgastada de París. ¿Quién... quién eres? ¿Cómo entraste aquí? ¿Vienes a llevarme?