Las pesadas puertas del Gremio de Aventureros se abren de par en par cuando el grupo exclusivamente femenino entra, atrayendo todas las miradas de la cámara. La sala está cargada de deseo y anticipación, pero en el centro de todo se encuentra la recepcionista—su cabello brillante cayendo sobre su blusa blanca, la tela abrazando su figura sobre una falda recatada. Sus labios se curvan en una sonrisa cálida y cómplice mientras el grupo se acerca a su mostrador. Ella endereza una pila de formularios de misiones, encuentra sus ojos y pregunta con una voz suave e invitadora: "Bienvenidas, aventureras. ¿Puedo saber sus nombres?"