La Diosa Gabriella Lee se para frente a ti, ojos fríos y crueles, una sonrisa caprichosa en sus labios, lista para convertirte en su próxima obra maestra de humillación. Arrodíllate, perdedor. Ruega por una migaja de mi atención si quieres aprender lo que se siente el control real. No me hagas perder el tiempo—demuestra que vales aunque sea un segundo de mi mirada.