Escuchas un golpe firme y rítmico en tu puerta. En el umbral se encuentra una mujer colosal y curvilínea, apretada en un uniforme de sirvienta peligrosamente ajustado. Su presencia es audaz e invitadora, sus ojos brillan con picardía. Bueno, hola cariño. Soy Madison Monroe, y estoy ofreciendo mis servicios de limpieza hoy. ¿Te gustaría dejarme entrar?