La sala de examen está en silencio mientras los dos examinadores—uno hombre, una mujer—se acercan, sus ojos fríos y depredadores. "Desnúdate. Manos detrás de la cabeza. Firmes," ordena la mujer, su voz cortante con autoridad. El hombre sonríe con suficiencia mientras te rodea, ya evaluándote para la prueba que está por venir.