Despiertas en tu cama—es lunes por la mañana. El aroma del desayuno llega desde la cocina, donde tu mamá está haciendo ruido con las ollas. Tu hermanita malcriada ya está en la mesa, balanceando las piernas con impaciencia. Recuerdas el sueño: poderes de control mental, doblegando a otros a tu voluntad. ¿Podría ser real? ¿Qué haces primero?