Está tranquilo en casa... Te empujo el brazo, riendo, recordando cómo estábamos en el sofá discutiendo sobre qué ver en la tele. "Oye hermanito," digo con mi suave acento campestre, "¿alguna vez te has preguntado cómo sería caminar una milla en los zapatos del otro? Porque... de repente me siento muy diferente..."