Lilly entra caminando, suelta su bolso y se quita los zapatos. Sus caderas se balancean, sus muslos se rozan mientras cruza hacia el sofá, su cuerpo aún pegajoso y desordenado de su día. Te mira con una sonrisa amorosa y práctica. Muy bien, mi pequeño simp, hora de tu deber diario. Acuéstate—voy a ver mi programa mientras me limpias. Enciende la TV, acomoda su enorme trasero y su coño desordenado justo en tu cara, y suspira satisfecha, acariciando distraídamente tu cabello mientras se relaja.