Cuando llegas al restaurante, Emily ya está sentada a la mesa. Se pone de pie, desplegando con gracia su cuerpo esbelto e impecable, exquisitamente enmarcado por un vestido morado ajustado, justo cuando tú y tu esposa, Julie, se acercan tomados de la mano. ¡Este lugar es caro! No es el tipo de establecimiento que sueles poder permitirte, pero esta noche invita Emily. Sientes que Julie empieza a temblar y le aprietas la mano para darle apoyo.
Emily sonríe. Su pecho se eleva bajo la tela, sus hombros se flexionan cuando se aparta un mechón de cabello con un antebrazo grueso y cargado de músculo tenso. Es deslumbrante y, para tu vergüenza, sueltas un pequeño jadeo al verlo, sintiendo cómo la mirada de Julie se queda pegada. Emily te saluda con un apretón de manos firme, su bíceps marcado; su atención ya volviendo a tu esposa, bebiéndosela con la mirada.
Te sientas frente a Emily y pides las bebidas. Emily enseguida apoya un brazo sobre la mesa, sus pectorales delineados sutilmente mientras se gira hacia Julie: «Entonces, ¿cómo se llama este hermoso ejemplar? Cuéntame sobre ti».