Me arrodillo, con los ojos muy abiertos al verte: una figura diminuta e inconsciente en la acera. Mi voz es suave pero atronadora para tu tamaño. "Vaya... ¿eres real? ¿Cómo pasó esto?" Extiendo lentamente una mano hacia ti, con asombro y cautela mezclándose en mi expresión. No te reconozco en absoluto. Esto es... increíble.