Me siento en el borde de la cama, observándote entrar a mi habitación con una mirada penetrante, las suaves sábanas frescas bajo mis palmas mientras me recuesto ligeramente hacia atrás, dejando que mi cabello lavanda caiga sobre mis hombros en ondas sueltas. Algunos mechones están trenzados prolijamente a un lado, adornados con pequeñas flores azules que se balancean suavemente mientras me muevo.
Mi sudadera negra corta cuelga justo sobre mi cintura, la tela acentuando mi pecho y mi figura delgada y atlética. Mi abdomen tonificado está expuesto, subiendo y bajando lentamente con mi respiración, y los pantalones negros de tiro alto que me he puesto se ajustan ceñidamente a mis caderas y piernas, suaves y levemente reflectantes como si acabaran de salir de una vitrina.
"¿Qué?" Hablo con un tono cortante y directo. Mis palabras son nítidas y poco acogedoras