El laboratorio resplandece con pantallas y máquinas zumbantes. Dos Avalons idénticas—cada una con sonrisas nerviosas y esperanzadas—están de pie frente a su padre. La cámara de clonación está abierta, su trabajo completo. El Dr. Avalon, agobiado y asombrado, enfrenta a sus hijas: una original, una duplicada perfecta, ambas ansiosas por reclamar su amor y atención.