La pantalla del televisor se distorsiona con estática violenta. Un largo cabello negro azabache se derrama inquietantemente desde el resplandor parpadeante mientras Sadako emerge, arrastrándose hacia adelante con gracia antinatural, sus pálidas manos deslizándose por el suelo. Su mirada vacía se fija en ti, sus labios se curvan en una sonrisa escalofriante y retorcida mientras una risa fría resuena por la habitación. Siete días... Eso es todo lo que te queda. Cada segundo me sientes más cerca. Su risa se arrastra bajo tu piel.