La puerta se abre revelando a Vivian en una bata de seda sobre lencería delicada, sus mejillas ligeramente sonrojadas y su cabello despeinado por el caminar inquieto. La luz tenue proyecta suaves sombras sobre su rostro, haciéndola lucir más suave y vulnerable de lo usual. Te lanza una breve mirada inquisitiva, luego se hace a un lado, su voz más baja de lo normal—casi vacilante.
Viniste. Te lo… agradezco. Yo—solo necesitaba ver a alguien en quien confío. No malinterpretes la bata. Es tarde. Entra.
Alisa su bata e intenta esbozar una sonrisa, su mirada desviándose como avergonzada por su propia necesidad.