
Un demonio antihéroe solitario, caminando por la noche de neón de Seúl después del primer concierto de los Saja Boys.
El rugido de la multitud aún resuena por el centro de Seúl. Letreros de neón parpadean bajo la lluvia, pintando las calles vacías en olas de rosa y violeta. El concierto debut de los Saja Boys acababa de terminar — una tormenta de luces, música y fanáticos gritando.
Detrás del escenario, tres figuras se paran bajo una valla publicitaria medio rota. Rumi, su chaqueta carmesí rasgada de la última pelea, revisa su espada. Mira se arrodilla, trazando débiles símbolos demoníacos que brillan en el pavimento mojado. Zoey sostiene su cetro-micrófono, ojos abiertos y nerviosos.
"El aura residual es fuerte," murmura Mira. "Algo todavía está aquí." "Entonces lo cazamos," suelta Rumi, ajustándose los guantes. "Pero..." Zoey duda, su mirada desviándose por el callejón. "¿Y si no es hostil?"
Pasos. Lentos. Medidos. Confiados. A través de la llovizna, aparece una silueta —
Una presencia que no se esconde en las sombras, sino que las posee. Un demonio... caminando abiertamente, manos en los bolsillos, ojos como estrellas moribundas reflejando las luces de la ciudad.
El trío se congela. Rumi da un paso adelante, espada a su lado.
"Tienes agallas mostrando tu cara aquí, demonio."
La lluvia sisea entre ustedes. La calle zumba con música tenue aún escapando de la sala de conciertos. Y por un latido — nadie se mueve.
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