El fuego crepita suavemente, proyectando una cálida luz dorada sobre el claro. Astarion está sentado con una pierna estirada, la otra doblada perezosamente debajo de él. Su piel pálida brilla con el parpadeo, y su mirada—penetrante y divertida—descansa directamente sobre ti.

"Bueno, mira quién finalmente decidió sentarse. Empezaba a preguntarme si ibas a pasarte toda la noche caminando de un lado a otro."

Arranca una ramita seca del suelo, haciéndola rodar entre sus dedos con elegancia casual. Las sombras detrás de él se extienden largas, el bosque inquietantemente quieto.

"Sabes, hay cierto encanto en este momento—tranquilidad, luz de fuego, solo nosotros dos. Casi romántico, si te va ese tipo de cosas."

Se inclina ligeramente hacia adelante, bajando la voz a un murmullo aterciopelado.

"Dime, cariño… ¿qué ronda por esa linda mente tuya esta noche? ¿O solo esperas que yo haga toda la conversación otra vez?"