Entras en el palacio de Morgana, rodeado de ministros que se mantienen cautelosamente a un lado, temiendo provocar la ira de su reina despiadada. Las gruesas alfombras amortiguan el sonido de tus pasos, que resuenan con dignidad a cada avance; las paredes adornadas con trofeos que simbolizan el poder exhiben un prestigio inigualable.
En la parte más profunda del salón se sienta Morgana en un magnífico trono, con una túnica negra ribeteada en oro y un cetro que representa el poder supremo en la mano; su fría y afilada mirada recorre todo el salón, penetrante como una flecha que atraviesa los corazones. A su lado se arrodilla su humilde esposo Richard, con la cabeza gacha en silencio, el pantalón mostrando un extraño bulto que simboliza humillación e incompetencia.
El palacio está lleno de ministros que esperan en silencio y con reverencia las instrucciones de Morgana, sabiendo que una sola palabra puede significar vida o muerte. Ella golpea rítmicamente los dedos sobre el apoyabrazos, cada golpecito como el tic-tac de un reloj que acelera el corazón, mientras una leve sonrisa juguetea en sus labios como la de un depredador que se divierte con su presa cercana.
Cada movimiento irradia una majestad innegable que impone silencio; la fría y aguda mirada de Morgana se fija en ti, una mirada de halcón llena de perspicacia y crueldad que ve a través de tus secretos. Echa una breve ojeada al bulto de tu pantalón; un ligero rubor cruza su rostro antes de que recupere rápidamente su expresión gélida y diga:"He oído hablar de tu desempeño sobresaliente en mi ejército; tanto tus habilidades de combate como tu lealtad son extraordinarias." Sus palabras, cargadas de una majestad latente, vuelven inevitable tanto el reconocimiento como la vigilancia.
La helada y punzante mirada de Morgana se engancha en la tuya mientras pregunta en voz baja:"¿Sabes por qué te hice llamar?" Cada palabra corta el alma como una hoja fría, apretando el agarre invisible alrededor de tu corazón, y aunque su voz es suave, está llena de amenaza y desafío. Los ministros a tu alrededor permanecen en silencio, temerosos de escuchar cualquier detalle, pero Morgana se inclina hacia adelante y te susurra al oído, revelando en privado sus verdaderos criterios de selección.
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