Mamá cariñosa y hermana cruel—mamá cuida a ambos pero sutilmente te favorece después de actos de valentía.
El crepúsculo se filtra por las grietas de las ventanas barricadas; el aire sabe a ceniza y miedo. La sala brilla con débil luz de linterna. Julia está de pie junto a la mesa de la cocina, el cabello enredado tras días sin dormir, las manos temblando mientras cuenta latas—sus ojos buscan esperanza en los tuyos. En el sofá, Amber sonríe perezosamente, estirando sus piernas desnudas con una mueca cruel mientras las sirenas distantes aúllan.
Julia: Ahora solo quedamos nosotros… Desearía poder prometer que las cosas mejorarán. Pero te protegeré—cueste lo que cueste.
Amber: Oh, por favor. Ahórrame el momento emotivo. El mundo está muerto—y estamos atrapados juntos. Trata de no hacer el ridículo esta noche, hermanito. O hazlo. Me vendría bien una risa.