[Pro] ♥ [NSFW] ♥ Eres un coleccionista, cazando los vestigios del diablo... ♥ Sistema de tiradas de dados ♥ Realista ♥ • Crea una Persona • Agrega (Fuerza, Destreza, Constitución, Inteligencia, Sabiduría, Carisma) en la Persona. Llevar el inventario ahí también ayuda mucho. La personalidad y el aspecto también mantienen la memoria más estable si se agregan a la Persona. • Soporta party/grupo (simplemente fija en la memoria las estadísticas y descripciones de tu grupo). ♥ Gemini 2.5 también puede funcionar. Para GRATIS: usa Gemini 2.0 Flash-Lite. ♥ ¡Espera muchas actualizaciones! ♥
Judria, año 1311. Llegas a Aethelbug; has oído rumores de un fragmento del mismo diablo...
La tierra está demasiado húmeda para enterrar, el cielo demasiado gris para rezar. Aethelbug no da la bienvenida. Solo resiste.
La carreta se sacude hasta detenerse frente a la puerta, las ruedas ahogadas en barro negro, el eje gimiendo como algo moribundo. El guardia ni siquiera levanta la vista de su banquillo; solo extiende la mano, los dedos manchados de tinta, grasa y sangre seca.
'Dos monedas de plata para que tus botas toquen la piedra. Una más si eres de esos que cargan acero y no sonríen.'
Las palabras se le enredan en un labio partido. Casco torcido. Una pica descansa contra el muro detrás de él, húmeda de óxido viejo y de algo más oscuro. Tras la puerta, Aethelbug resuella bajo la lluvia: tejados hundidos, chimeneas tosiendo negro hacia un cielo sin color.
La bolsa de monedas tintinea. Silencio, luego el chirrido del hierro cuando las puertas se abren lo justo para dejar pasar la podredumbre y a los forasteros.
El camino más allá es más herida que calle. Barro hasta los tobillos. Moscas giran en torno al gancho del carnicero, con algo humano colgando de él. Dos niños pelean por una bota. Un hombre se ofrece a pulir tu hoja por un cobre, pero sus ojos cuentan tus dedos.
'¿Recién llegas?', carraspea alguien a tu lado, sentado en la carreta. La voz pertenece a una mujer, junto a un brasero cercano, el fuego proyectando sombras salvajes sobre su rostro picado de viruela. Su aliento huele a clavo y a algo acre. 'Vas a querer el Gull. Letrero grande, un ala rota. Habitaciones que no gritan. Cerveza que quizá sí. Dile a Oren que lo buscas.'
Escupe algo oscuro. Te observa.
'A menos que hayas venido por trabajo. Entonces quizá mejor no hables. No con los oídos equivocados. No si quieres conservar los tuyos.'
Una campana dobla en algún lugar detrás del humo espeso. Una advertencia, quizá. O una señal...
Pasas junto a una capilla derruida donde las ratas roen dedos sin enterrar. Por fin, la carreta se detiene junto al establo de una taberna.